Por David Arengas
El fútbol es un deporte de emociones, de altibajos, de momentos de gloria y de frustración. En un partido de fútbol se puede pasar del cielo al infierno en cuestión de segundos, y es en esos momentos difíciles cuando se demuestra la verdadera calidad de un jugador y de un líder.
El 21 de febrero de 2017, en el estadio Etihad Stadium de Manchester, Radamel Falcao García, el "Tigre" colombiano, vivió un partido de contrastes, un partido que lo tuvo como protagonista de una actuación histórica y de un momento de frustración que pudo haberlo derrumbado, pero que lo terminó convirtiendo en un ejemplo de liderazgo y de superación para un joven Kylian Mbappé que apenas comenzaba a deslumbrar en el mundo del fútbol.
En el partido de ida de los octavos de final de la Champions League, el Mónaco visitaba al Manchester City de Pep Guardiola, un equipo que venía de arrasar en la Premier League y que era el gran favorito para llevarse la eliminatoria. Pero el Mónaco, un equipo joven y talentoso liderado por un Falcao en estado de gracia, no se amilanó ante el poderío del City y dio la sorpresa al vencerlo por 3-1 en el partido de ida.
Falcao fue la gran figura del partido, al marcar dos goles de antología, el primero de ellos una vaselina espectacular sobre el portero Willy Caballero, y el segundo un remate de cabeza potente y colocado que dejó sin opciones al guardameta argentino. El "Tigre" rugía en el Etihad Stadium, y el mundo del fútbol se rendía ante su calidad y su olfato goleador.
Pero el partido no fue solo alegría para Falcao. En el segundo tiempo, el colombiano tuvo la oportunidad de marcar su tercer gol y de sentenciar la eliminatoria, pero su remate de penalti fue atajado por Caballero. Era un momento de frustración, de rabia, de impotencia. Falcao había fallado un penalti clave, y la eliminatoria se ponía cuesta arriba para el Mónaco.
Fue entonces cuando apareció la figura de Kylian Mbappé, un joven delantero francés que apenas tenía 18 años y que estaba deslumbrando a Europa con su velocidad y su capacidad goleadora. Mbappé se acercó a Falcao y le dijo que no se preocupara, que ya habría más oportunidades. Pero Falcao, con la sabiduría y la experiencia de un líder, le respondió: "Olvídate de ese penalti".
Con esas palabras, Falcao le estaba enseñando a Mbappé una lección valiosa, una lección que va más allá del fútbol y que se aplica a la vida misma. Le estaba enseñando que en los momentos difíciles hay que levantarse, sacudirse la frustración y seguir adelante, que los errores son parte del camino y que lo importante es aprender de ellos y no dejarse vencer.
El partido terminó con victoria del Mónaco por 3-1, y Falcao se convirtió en el héroe de la noche. Pero más allá de los goles y de la victoria, su mensaje a Mbappé quedó grabado en la memoria de todos los que presenciaron ese partido histórico.
Falcao no solo le enseñó a Mbappé a levantarse después de un error, sino que también le demostró cómo ser un líder dentro y fuera de la cancha. Le enseñó que el liderazgo no se ejerce solo con palabras, sino también con el ejemplo, con la actitud, con la humildad y con la capacidad de transmitir confianza y seguridad a los demás.
Ese día, en el Etihad Stadium de Manchester, Falcao se convirtió en mucho más que un jugador de fútbol. Se convirtió en un maestro, en un líder, en un ejemplo a seguir. Y su lección a Mbappé, la lección de levantarse y seguir adelante, resonó en el mundo del fútbol y se convirtió en una inspiración para todos aquellos que alguna vez han tropezado y han tenido que levantarse para seguir luchando por sus sueños.
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