Un niño indígena corriendo detrás de un balón, descalzo, con el estómago vacío, pero con la mente puesta en llegar a lo más alto. Esta es la imagen de la niñez del mejor jugador colombiano del momento, el guajiro Luis Díaz, quien deslumbra en Europa. A través del fútbol pudo dejar atrás la pobreza y la violencia. Lo hizo con talento, dedicación, disciplina y esfuerzo. Además, halló ángeles en su camino que le permitieron llegar hasta donde se encuentra hoy.
Nació en una familia de escasos recursos, de origen wayúu, y creció acompañado de sus padres, dos hermanos y una hermana. Desde pequeño tuvo que sobrellevar situaciones de violencia, inseguridad y desnutrición, lo que hizo que su carrera futbolística no despegara fácilmente. A sus 24 años, Díaz es el jugador colombiano más importante de la actualidad y está en la mira de los mejores equipos del mundo. Su velocidad, gambetas y goles lo han hecho brillar y llamar la atención.
El hombre del FC Porto nació en el seno de una familia muy humilde en enero de 1997 en Barrancas de la guajira, zona de comunidades indígenas, a lo largo de los años se han visto en el medio del conflicto armado que vive Colombia, en medio de una violencia creciente el pequeño Díaz siempre tuvo claro lo que quería ser, pero muchas veces por las mismas condiciones precarias estuvo a punto de tomar otro camino.
Pese a toda esta adversidad, desde muy pequeño supo que lo suyo sería el fútbol y su vida giraba alrededor de un balón. Por eso aprendió a jugar en su pueblo donde ya mostraba destellos de calidad sobre los demás niños.
Su padre Luis Manuel cuenta que se la pasaba con la barriga llena de agua, porque no tenían ni para comprar un huevo, jugaba descalzo bajo un sol radiante, que quemaba su piel, gracias a la pelota, encontró una manera para huirle a los problemas y el hambre en casa.
Nació en el seno de una familia ligada al futbol, su padre Luis Manuel entrenador de niños en su comunidad, veía como su hijo sobresalía sobre lo demás, he hizo lo humanamente posible, para que continuara entrenando.
Su familia jamás le dio la espalda sus abuelos mientras sus padres trabajaban lo alentaban en los entrenamientos, a que continuara persiguiendo sus sueños, y que llegara a ser como su ídolo el brasileño Ronaldinho estrella del Barcelona y campeón del mundo con su selección.
El gran momento de cambiar su vida por fin llego a los 18 años, corría el año 2015 y se anuncia el torneo indígena de Colombia, con miras a conformar el equipo que representaría a Colombia en la Copa América Indígena, fue allí donde exploto su gran talento, y brillo sobre los demás.
Lucho como se le conoce cariñosamente a su padre, vio la gran oportunidad, y el mismo Luis Díaz sabía que quizás no tendría otro momento para mostrarse ante el mundo. “Era una oportunidad inmejorable y no la desaprovechó”, cuenta emocionado Luis Manuel.
No había pasado mucho, cuando con regates y mucha velocidad, asombro a todo el cuerpo técnico encargado de conformar la selección que iría a la Copa América Indígena, encabezada por el pibe Valderrama, “Vi ese pelao y era distinto, ya uno después de tantos años de fútbol reconoce cuando ve un talento diferente. Me recordó mucho a mis inicios en Pescaíto”, indicó Valderrama.
23/11/2024
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