Rafael Dudamel le tiene ya la medida justa a Pablo Peirano, nada que hacer, le arrebató un título, le arrebató una estrella, y ahora se le queda con una definición ida y vuelta en copa, pero además con una superioridad importante, no solamente en el resultado sino también en varios pasajes del juego.
Todo hay que decirlo, salió a atacarlo en Bucaramanga y se lo terminó ganando con un Sambueza enorme e inmenso y entonces empiezan a darse estas cosas que a veces en el fútbol pasan, esas hegemonías, esos padrinazgos. Hoy, si lo queremos llevar a la terminología coloquial del fútbol, el papá de Peirano es Rafael Dudamel, con quien no comparto muchas cosas.
Rafael Dudamel podría poco a poco empezar a considerarse como uno de los entrenadores con mejor rendimiento pese al bajo margen de análisis, justamente esta es la muestra que muchos no tienen en cuenta, pero a la cual hay que hacerle caso, pareciera que cada vez que encuentra al elenco de Pablo Peirano se jugara una final y aquí está la muestra de ello.
Por ejemplo, no me gustó una respuesta que le dio un colega en la conferencia de prensa cuando se lo había respondido bien después tener que llevárselo al tema de la peluquería y eso, pero no se le puede quitarlo bailado, campeón de Colombia, y hoy ante Independiente Santa Fe, uno de los equipos más regulares, digo regulares en el sentido de que mantiene su regularidad, pues hombre cada vez que ve al Leopardo, el León sufre. En la única selva donde el Leopardo manda sobre el León es en la selva del FPC.
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