Fredy Guarín, conocido por su paso por Europa y la Selección Colombia, ha sido noticia en los últimos años no por sus goles o asistencias, sino por su lucha contra una adicción que lo llevó a enfrentar serios problemas familiares y profesionales. En varias entrevistas, el exfutbolista ha contado cómo su dependencia del alcohol afectó su carrera y su vida personal, llevándolo a tomar decisiones que hoy en día mira con tristeza.
Una de las etapas más complicadas de su vida comenzó en enero de 2016, cuando se confirmó su salida del Inter de Milán. Guarín explicó que su traspaso al fútbol chino, al equipo Jiangsu Sainty, no fue solo una cuestión de dinero, como se pensaba en su momento, sino una consecuencia directa de su adicción al alcohol. “Nos dijeron con mi representante, ‘hay que sacarlo de aquí ya, no puede estar más aquí en Milán’”, reveló el colombiano. A partir de allí, su vida tomó un rumbo aún más complicado.
Guarín admitió que, tras llegar a China, el dinero y la fama exacerbó su problema de adicción. “Allá sí me degeneré alcohólicamente del todo. Me levantaba, iba a entrenar y después del entreno, alcohol. Descansaba un poco, entreno, y así era todos los días”, relató. Su situación llegó a tal extremo que, con el dinero que ganaba, compró un avión privado y llevó a un grupo de amigos de Italia y Colombia para que lo acompañaran. El colombiano vivió una vida de lujos, rodeado de fiestas, yates y excesos.
El exfutbolista también compartió que su comportamiento fuera de control lo llevó a tomar decisiones irresponsables. “Yo no tenía noción de la plata, yo ganaba mucho dinero, a mí la plata ni me entraba a la cuenta allá, yo la mandaba toda para Europa y yo vivía con los premios”, señaló Guarín. Durante ese tiempo, se entregó completamente al alcohol, a tal punto que en una noche podía llegar a consumir entre 60 y 70 cervezas.
Después de su paso por China, Guarín se trasladó al fútbol brasileño, al Vasco de Gama, donde la adicción continuó afectando su rendimiento y bienestar. Sin embargo, en Brasil encontró algo de paz y felicidad, y a pesar de los problemas, el colombiano se tatuó el escudo del club en uno de sus brazos. Durante ese tiempo, Guarín reconoció que estaba en un punto bajo de su vida y, para superar su adicción, comenzó a recibir apoyo profesional de un psiquiatra.
Durante la pandemia, Guarín se sumergió aún más en su comportamiento destructivo, y recordó cómo se abandonó por completo, buscando el peligro en las favelas y relacionándose con personas de dudosa reputación. Sin embargo, hoy en día, el exjugador agradece a las personas que estuvieron a su lado para ayudarlo a salir del infierno del alcoholismo. Su historia es un testimonio de superación, y Guarín ahora se muestra agradecido por haber logrado dejar atrás una adicción que casi arruina su vida.
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